Brújula
Y ahora… ¿Qué?
Fecha de Publicación: 09/01/2018
Tema: SoberanÃa
Con la despedida de cada año que pasa se tiene la ilusa impresión de que todos los problemas, como por arte de magia, podrán ser resueltos con el nuevo que empieza. Como si el tiempo no fuera una espiral continua, como si no siguiera su curso imperturbable y se pudiera hacer borrón y cuenta nueva de todos los pendientes irresueltos que incomodan, preocupan y disgustan.
Y, a los pocos días, la vuelta a la cotidianidad sacude todo trazo de ilusiones hechas al calor de la buena voluntad de los festejos de fin de año y nos encara con la misma realidad de antes al ver que todo sigue igual. Que el 2018 ya está planteado por lo que el 2017 dejó pendiente en la agenda y que en esa realidad ineludible está nuestro punto de partida para el año que empieza.
Lo que sí podemos cambiar es la actitud de indiferencia hacia esa agenda. Ese usual desapego tan característico del chapín; ese celo por la patria que jamás debimos dejar olvidado en el camino… antes recorrido con honor por nuestros antepasados. Ese triste enajenamiento que nos abstrae de lo apremiante. Y que, de hoy en adelante debemos abandonar para siempre, si es que queremos salvar a Guatemala de las garras que ya casi la tienen presa. Porque de seguirnos descuidando, entre los proponentes del “Socialismo a la Chávez” y de la Sociedad Abierta de Soros, se comen el mandado de un bocado y se tragan a Guatemala.
Tantas preguntas ineludibles que debemos plantear, tantos apremios que debemos resolver. ¿Cómo y quiénes van atar los cabos sueltos? ¿Dejaremos como hasta ahora, ¡impávidos! todo en manos de quienes repetidamente han demostrado ser corruptos o ineficientes e incapaces de sacar al país del hoyo donde lo han llevado?
Hay un constante y creciente problema que, como siniestra sombra del pasado, se cierne sobre Guatemala que hoy debemos encarar de frente y rechazar con firmeza. Durante los últimos ya once largos años de CICIG, Guatemala ha estado bajo la presión política que, con tarjeta blanca de la ONU, ejercen funcionarios de nacionalidad extranjera en nuestra tierra.
Y como es bien sabido, tal coacción llega con financiamiento, logística y personal de la misma ONU. Así como de otras organizaciones internacionales y de países europeos que también “Como Pedro por su casa” se inmiscuyen en nuestros asuntos internos.
La CICIG, por ejemplo, constantemente viola cláusulas del contrato firmado con Guatemala previo a su venida a nuestro país. Violenta la soberanía de nuestras instituciones, se impone sobre los tres poderes del estado, ignora disposiciones presidenciales sin el menor miramiento, rubor ni remordimiento. Pisotea nuestra condición de República soberana…
Los Acuerdos de Paz firmados entre el gobierno de Guatemala y la guerrilla el 29 de diciembre de 1996, dieron lugar a que organizaciones internacionales como el FIDH (Federación Internacional de Derechos Humanos) se sintieran con derecho a opinar e incluso a exigir la instalación de un organismo internacional que, paralelo al gobierno, actuara como supervisor rector y juez a la par del gobierno mismo.
La creación de CICIACS tomó varios años en ser aceptada por Guatemala, ya que entraba en contradicción con nuestra Constitución y en conflicto con los tres poderes del estado así que, pese a la presión ejercida por el FIDH, fue hasta el año 2007, durante el gobierno de Oscar Berger, que cedimos ante la presión internacional y de la ONU. Una versión modificada de CICIACS con el nombre de CICIG, llegó a Guatemala y se instaló. Curiosamente, ya se sentía con derechos divinos a intervenir en nuestro país, como lo evidencia esta publicación de 2004: https://www.fidh.org/es/region/americas/guatemala/Guatemala-la-CICIACS-en-peligro
Y es que la injerencia de ese invisible gobierno internacional que hoy se encuentra metido en todas las rendijas e intersticios de nuestras instituciones y de nuestras vidas, se debe precisamente, a la “patota” que la ONU metió en Guatemala con la llegada de la controvertida CICIG.
En mi caso, como varios analistas lo han hecho ya tiempo atrás, tomé consciencia que por más odas a la liberad y estrofas del Himno Nacional que cantemos, nuestra política está condicionada y atada a las decisiones tomadas en Washington, mismas que la ONU utiliza para diseñar nuestro porvenir.
Confío que con Donald Trump en la presidencia del país más poderoso del planeta disminuya la pestilente casta de burócratas hambrientos por dominar al mundo.
Afortunadamente en los últimos meses del año 2017 el Presidente Morales tuvo dos grandes aciertos. La declaración de persona non grata al comisionado de la ONU y que gracias a su iniciativa, Guatemala haya sido el primer país del mundo en respaldar la decisión de los Estados Unidos de América en apoyo a Israel para el traslado de nuestra embajada a Jerusalén. Ojalá fuéramos los primeros en hacer efectivo ese traslado.
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