Tomado del blog de Sylvia Gereda Valenzuela http://sylviagereda.com/?p=792
Sylvia Gereda es Directora y fundadora de Informe Especial, el primer programa de periodismo de investigación en la televisión guatemalteca transmitido por Canal Antigua.
También, sobre este tema, recomendamos el vídeo de la misma autora: http://vimeo.com/67806229
Es evidente que, desde que uno comienza a ver la actitud prepotente de la Jueza que grita, humilla y falta el respeto a los acusados, que este proceso está viciado y es una revancha ideológica
Después de haber leído decenas de artículos sobre si hubo genocidio o no en Guatemala, así como de haber recorrido cientos de páginas de los archivos históricos, he llegado a la conclusión que en Guatemala No hubo genocidio, tal y como se pretende manipular en el Juicio que el Ministerio Público sigue en contra de el general retirado Efraín Ríos Montt, a quien se le acusa por 15 masacres perpetradas en el Triángulo Ixil, Para hablar sobre el caso, lo primero que se debe de hacer es partir de la definición del Genocidio, que según el diccionario es el “delito internacional que comprende cualquiera de los actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal”.
De que en Guatemala hubieron muertos. Es cierto. De que hubo abusos, violaciones sexuales, familias quemadas, fetos reventados contra los árboles, casos de canibalismo, torturas y los crímenes más aberrantes, es una realidad innegable. Pero lo que también es cierto es que estos vejámenes fueron cometidos tanto por miembros del Ejército como de la guerrilla.
En mis manos tengo videos y fotografías que demuestran el salvajismo, que espero pronto mostrarle en mi programa de televisión “Informe Especial”, que evidencian el odio y el terror con que la guerrilla mataba y destrozaba no solo a miembros del ejército sino también de las poblaciones civiles indígenas.
Y entonces, más de 30 años después, ¿qué estamos hablando?: ¿Juicio y condenas para un bando e impunidad para el otro? Eso no se vale. Si lo que busca la fiscalía es hacer justicia, mejor hubiera tirado a la basura el decreto de amnistía para que militares y guerrilleros, por igual, hubieran sido acusados. Pero acá, hay un sesgo evidente. ¿Porqué la fiscalía no le abre expedientes a los guerrilleros asesinos, si existen sendas denuncias contra ellos, como las presentadas por Ricardo Méndez Ruiz?.
El historiador Carlos Sabino, uno de los más respetados en el país, escribe en su estudio científico “Guatemala: La historia silenciada, tomo II”, que hubo aproximadamente 37,000 muertos, un saldo de vidas lamentables, pero no por ello un genocidio. Porque al final, como dice la columnista Marta Yolanda Díaz Durán: “En los enfrentamientos entre serbios y croatas, árabes y kurdos, tutsis y hutus, sí hubo una eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad. En Guatemala no. Aquí, pelearon ixiles contra ixiles, k’iches contra k’iches, kaqchikeles contra kaqchikeles… Y así hasta listar todas las comunidades lingüísticas que reconoce la Academia de Lenguas Mayas.
Murieron implicados en el llamado conflicto armado interno quienes sabían el riesgo que corrían al involucrarse en la guerrilla. Murieron militares que cumplían con su deber. Y, tristemente, también murieron inocentes espectadores de esta cruenta lucha. Entre los mandos castrenses habían indígenas, escenario difícil de encontrar entre los comandantes subversivos: la mayoría de ellos eran ladinos”.
Pero lo cierto es que, “El Ejército atacó a esas poblaciones no por ser indígenas, sino por apoyar a la guerrilla, y cometió barbaridades”. Es evidente, desde que uno comienza a ver la actitud prepotente de la Jueza que conoce el caso, y que a pleno juicio grita, humilla y falta el respeto a los acusados, que este proceso está viciado y que al final no se trata más que una revancha ideológica, que ha ocasionado que el país se divida en dos bandos y que las heridas que jamás fueron sanadas vuelvan a sangrar. Porque al final, este proceso nos demuestra que en Guatemala la firma de la paz fue una farza, un show político de Álvaro Arzú, sus secuaces políticos, el ejército y la guerrilla.
Acá, en este país no ha existido el perdón y el blanco perfecto es acusar de genocidio a un general de 86 años. Nadie puede negar que en Guatemala hubo crímenes de Guerra, delitos de lesa humanidad, muchos de los cuales fueron amnistiados, y que inclusive están escritos en el Remhi y por la Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH), auspiciada por la ONU. Por eso resulta ilógico venir décadas después a hablar de genocidio.
Guatemala, es un país de contradicciones. ¿Sabía usted que somos el único país del mundo que pedimos que se nos juzgue por eliminar a nuestra raza? Esto, al final traería perdidas terribles no solo a Ríos Montt, quien está el en ocaso de su vida, sino al país porque pasaríamos a ser el tercer territorio del mundo juzgado por la eliminación de una etnia o raza y las implicaciones políticas, económicas y sociales serían devastadoras.
Acá lo que está pasando es que quienes están juzgando están interesados en destruir los pocos pedazos de Estado de derecho que nos queda, y lo peor es que esto lo hacen con la colaboración de un grupo de activistas estadounidenses, españoles y de otros países de Europa que asesoran a comunidades que fueron víctimas durante el conflicto armado. ¿Cuál es el interés de estos grupos, el regreso al pasado, la nueva guerra, cimentar la cultura del odio? Antes de caer en esta trampa reflexionemos… Guatemala merece la paz.
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