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Lectura Recomendada

El lado más oscuro de la justicia
Fecha de Publicación: 25/08/2017
Tema: Justicia
 
L’Illustré, importante revista suiza, publicó, en su número 26, de junio 2017, la primera entrevista a Erwin Sperisen desde su aprensión en agosto 2012. Previo a la entrevista, L’Illustré hace un recuento de hechos. Las siguientes líneas se basan en esa introducción(posteriormente publicaremos la entrevista)  pero no se trata de una traducción literal. Es una traducción libre, muy libre si se quiere.Aunque está basada en lo publicado, asumimos responsabilidad por cualquier cambio introducido, que afecte el fondo del original. Las fotografías reproducidas son propiedad de L’Illustré y figuran en esa edición, aunque aquí tienen un orden que busca crear una historia dentro de la historia.
El antiguo jefe de la policía guatemalteca Erwin Sperisen, de 47 años, está recluido en la prisión de Champ-Dollon en Ginebra. Lo acusan de haber provocado la muerte de siete convictos durante una operación policial ordenada por su gobierno, en 2006. El operativo tenía el propósito de tomar el control de la inmensa prisión de Pavón (1,800 reclusos).

Esa prisión, como otras en Guatemala, se había convertido en ciudadela del crimen, una fortaleza de narcotraficantes que hacían su propia ley. Los delincuentes actuaban bajo la protección de guardaespaldas armados, contratados por ellos. Podían salir y entrar con relativa facilidad para dirigir y operar sus negocios de muerte. Sperisen fue condenado a guardar prisión de por vida, hace cinco años. Su caso, exhibe la peor cara de la justicia en Ginebra.
Durante la entrevista no nos dejan ver su rostro.  Evitan que podamos leer en sus ojos el sufrimiento a que ha estado expuesto, que advirtamos las huellas del encierro en su humanidad doliente, su desolación y tormento. Erwin Sperisen ha estado encarcelado durante cinco años en la prisión Champ-Dollon, bajo un régimen de aislamiento. Debe seguir siendo el fantasma invisible, que ha sido desde su arresto, el 31 de agosto de 2012.
 

Después de reiterados intentos, la justicia ginebrina nos autorizó para reunirnos con él en la prisión, el 8 de junio pasado. Nos limitaron estrictamente la entrevista a una hora; se nos prohibió fotografiarlo. Erwin Sperisen es hoy un hombre sin rostro, un sepultado vivo cuya existencia debe ser olvidada porque simboliza la parcialidad de la “justicia” que lo condenó.

Hace cinco años, el antiguo director de la policía de Guatemala, con doble nacionalidad guatemalteca y suiza, está demandado por la justicia ginebrina con base en una orden de detención internacional emitida en su contra por una comisión internacional, un tipo de tribunal especial, la CICIG, encargada de ayudar a Guatemala a luchar por los derechos humanos y en contra la impunidad.

Fue detenido por policías armados cuando estaba haciendo las compras en Ginebra con Ana, su esposa, donde se había instalado con su familia hacía cinco años. Erwin Sperisen se encontró inmediatamente en el punto de mira del procurador Yves Bertossa, hijo del antiguo procurador general ginebrino Bernard Bertossa, igual de virulento que su padre en su cruzada contra supuestos dictadores o torturadores.
Ha sido condenado a prisión de por  vida dos veces, la primera en junio del 2014. Después, cuando presentó un recurso que le fue denegado en mayo 2015. Sperisen nunca ha dejado de declararse inocente y clamar por Justicia. Ahora la busca en el Tribunal Federal, el cual, más de dos años después de recibir el recurso de apelación, aún no ha entregado su dictamen.

El caso Sperisen provoca un malestar enorme, porque ha sido condenado sin pruebas. Otros inculpados por los mismos hechos de Pavón, han sido absueltos por sistemas de justicia rigurosos y honestos como los de Austria y España ¿Será Erwin Sperisen el ultimo blanco de una era Bertossa que se había terminado con el padre pero renació en el hijo?
El análisis de los hechos, provoca interrogaciones graves. Da la impresión, en efecto, que la justicia ginebrina, obsesionada por la presunción de culpabilidad, ha reservado un tratamiento especial en contra de Erwin Sperisen. Este ovni caído del cielo encaja perfectamente con los estereotipos y clichés que son comunes, desde el punto de vista del público, a los regímenes sudamericanos: un gigante latino forzosamente sin escrúpulos, con su gordura y su vestimenta militar, su gorra y su chaleco antibalas…
 

 
El episodio del testigo falso

El veredicto del primer proceso contiene 132 páginas, el del segundo 222 páginas ¿Por qué tal proliferación? Porque la “justicia” ginebrina se dio cuenta que si el caso era llevado a instancias superiores, su veredicto original de culpabilidad no tenía ninguna posibilidad de seguir en pie. Estaba acorralada. Debía encontrar una salida. Así que decidió ¡cambiar su versión! El caso había sido construido, originalmente, sobre una demanda falsa originada en la lejana Guatemala. Arnaud Bédat en un artículo suyo, publicado en l’Illustré lo expone con máxima claridad.

María del Socorro Vásquez, madre de uno de los reos fallecidos, habría acudido ante la ya mencionada CICIG y las autoridades guatemaltecas denunciando a Sperisen como autor de la muerte de su hijo. Cuando Bédat llegó a Guatemala, buscó a María del Socorro y la encontró en un lejano paraje casi selvático. Ella declaró al periodista suizo, que no conocía a Alexandra López─la abogado que la representaba en Ginebra, que no hablaba francés idioma en el que confería la representación, que no conocía a Sperisen y que no creía que él fuera autor de la muerte de su hijo. El documento de representación y la demanda de la señora Vásquez, habían sido presentados por la Organización TRIAL, la ONG que planteó la demanda en Suiza. El juez Bertossa (hijo) se encontraba con una demandante falsa, completamente manipulada. El caso se caía.

Pero los forenses fueron contundentes contra ese testimonio. El reo en cuestión no tenía herida alguna en la cabeza (murió por dos balas, una en el tórax y otra en el abdomen). Además, había fallecido al amanecer, diez horas después de lo denunciado.  Philippe Biret no fue sino otro testigo falso de la CICIG quien a cambio lo puso en libertad y lo envió a Canadá en calidad de testigo protegido (en realidad, como testigo premiado ya que nunca estuvo en riesgo). Desde entonces vive allí como un hombre libre. Frente a esa situación, que es terrible para el juicio, los jueces de apelación al revisar la documentación de los primeros jueces ginebrinos, deciden, dejar de lado el testigo falso que se ha vuelto embarazoso: ¡El “testimonio” de Philippe Biret es simplemente ignorado en el segundo juico, pero recibe apoyo moral de los jueces ginebrinos quienes declaran que, “traumatizado ese día, pudo a lo mejor haber entendido o imaginado lo que pretende haber visto”!

El primer veredicto de culpabilidad se basó, casi exclusivamente en un testigo de cargo, aportado también por la asociación TRIAL. Philippe Biret había sido encontrado culpable por el asesinato de dos ancianos, también franceses, en Guatemala y purgaba una condena de 30 años en Pavón, la prisión guatemalteca.  Biret también tenía antecedentes penales en Francia. Presente en la audiencia, aseguró haber presenciado cuando Sperisen disparaba a muy corta distancia sobre la cabeza de uno de los reos a eso de las cuatro de la tarde.

Absolución en Austria

Para reemplazar a Biret, los juzgadores en Ginebra juegan a ser sociólogos e imaginan un escenario que en circunstancias menos graves haría reír. Plantean una versión que sería propia de Jean Ziegler o de Gerard de Villiers, con su lote de estructuras criminales, la oligarquía y sus asesinos. El veredicto de rechazo a la apelación, más confuso aunque más detallado, trata de compensar la ausencia de evidencias con una construcción jurídica amplia y ambiciosa, que releva sin embargo una pura y simple ficción.
Unos meses antes, en octubre de 2013, en el distrito de Ried im Innkreis, Austria, Javier Figueroa, subdirector de la Policía y brazo derecho de Sperisen, había sido absuelto por los mismos hechos de Pavón. El juicio en contra suya se basaba en la misma información proporcionada por el Ministerio Público (MP) y la CICIG. El abogado de Figueroa, Benno J. Wageneder, había solicitado la absolución de su defendido y acusado a la CICIG de inventar un caso en torno al exjefe policial para justificar su existencia en Guatemala.
La absolución de Figueroa permitía pensar que Sperisen sería la liberado muy pronto. Ante la crisis que el fallo en Austria causa, los jueces en Ginebra deciden que Figueroa es culpable y que, por lo tanto, Sperisen, que era su superior, es también culpable! Declaran gravemente  que Figueroa y Sperisen, "pertenecieron a una estructura criminal que parasitaba el aparato estatal de Guatemala" ¡La culpa es asociación ilícita! ¿¡Cárcel de por vida, por asociación ilícita!?
En Ginebra, ignorando la declaración de inocencia de Figueroa en Austria, como si no hubiera sucedido, los jueces continuaron su propio juicio, el que concluyeron meses después. Un joven sonriente, Yves Bertossa, declara que el tribunal lo había  encontrado culpable por la muerte de siete presidiaros y condenado a prisión perpetua en una cárcel de máxima seguridad.
Una aberración jurídica que, según los juristas que hemos consultado, el Tribunal Federal no debería dejar pasar. Visto que después de Javier Figueroa, quien obtuvo el asilo político en Austria, es otro actor clave del caso Pavón que ya pusieron fuera de causa.

 

 

Absolución en Madrid

 

Carlos Vielmann, ministro del Interior de Guatemala cuando sucedieron los hechos, y por su grado, superior directo de Erwin Sperisen, fue absuelto el 15 de marzo pasado, por la reputada Audiencia Nacional de Madrid, un tribunal especializado en asuntos del crimen organizado y de terrorismo.

 

Sin embargo, según los jueces ginebrinos, Vielmann simplemente dirigía la organización criminal en la cual Sperisen se supone haber actuado “para asentar con el terror la autoridad del Gobierno al cual debía su puesto”.

 

Absolución en Guatemala

Años antes en Guatemala, Alejandro Giammatei quien fuera director del sistema penitenciario en esa misma época había sido declarado inocente por los mismos hechos por un tribunal de ese país. Giammatei tuvo que librar una dura lucha contra la CICIG y demostrar que esta había comprado testigos y utilizado métodos semejantes para acusarlo.
Con las absoluciones de Giammatei, Figueroa y Vielmann, los crímenes imputados a Sperisen no tienen ya ni patrocinador ni ejecutante. Solo la justicia ginebrina continua, como en El proceso de Kafka, buscando  condenar a Sperisen, cueste lo que cueste, con el automatismo ciego de una mecánica infernal.
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