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Invitado de honor

Pepo Toledo: Dualismo bien y mal
Fecha de Publicación: 22/04/2016
Tema: Soberanía
El pasado jueves 21 de abril, en el Museo de Arte Moderno Carlos Mérida, el artista José Toledo Ordóñez presentó su obra “Siete poemas líquidos y dos alegorías. Esculturas invendibles” (la exposición estará abierta al público hasta el 29 de mayo). Al llegar, los visitantes son instruidos para empezar por leer, en un mural ubicado al fondo del salón principal, a mano derecha, un resumen del texto que se reproduce abajo. Contiene una denuncia pública histórica que devela la hipocresía de quienes ahora nos acusan de violar derechos humanos. En 1948, recuerda Pepo, el gobierno de los Estados Unidos realizó experimentos humanos con seres vivos (https://www.cityprojectca.org/blog/wp-content/uploads/2012/07/technical-report-Spanish-201104.pdf), guatemaltecos entre ellos. Muchos murieron otros quedaron marcados a perpetuidad. No hubo condena ni resarcimiento, como el que ese mismo gobierno exige ahora. Pi, Plaza de Opinión invitó a Pepo a publicar su documento en Pi. Por su extensión, lo entregaremos por partes.
 
Entendemos por dualidad cuando en una misma persona se da dos fenómenos diferentes, como el bien y el mal. Éstos se definen por oposición aludiendo a dos esencias distintas: el bien identificado con la luz y el mal asociado con la oscuridad. Unidad inseparable que forma nuestra alma como un péndulo que va y viene entre ambos. La sombra, al igual que la luz, convive en nuestro corazón.
 
El hecho de que una parte de nuestra alma tiene esencia de sombra no nos hace monstruos. El peligro está en no reconocerla y no tratar con ella, como se ejemplifica en el clásico de la literatura El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde escrito por Robert Louis Stevenson. La sombra del doctor Jekyll adquiere una autonomía tal que lo convierte en un asesino, el señor Hyde. No quiso reconocer su monstruo, perdió control de su otro yo y decidió suicidarse. Día a día luchamos contra tres enemigos: nuestra naturaleza pecaminosa, la del prójimo y el diablo. Cada día me levanto, me veo en el espejo y me digo: "Sos tu peor enemigo".
 
De acuerdo a Tim Lahaye, el temperamento es una combinación de características que heredamos al nacer. Afectan en forma subconsciente nuestro comportamiento para bien o para mal. El carácter es el resultado de tu temperamento modificado por tus creencias y principios. Es el alma de las personas, formada por su mente, emociones y voluntad.
La personalidad es lo que la persona refleja; puede coincidir o no con el carácter dependiendo de cuán genuina sea. Usamos máscaras cuando queremos ocultar nuestro verdadero carácter. Forjar tu carácter significa reconocer y dominar la sombra.
 
Así nacen mis Siete Poemas Líquidos como expresión de la parte más sublime del ser humano, el amor, la nostalgia por la separación y los momentos que discurren para no volver. En este punto me viene a la mente Nietzsche cuando dijo: "Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal". Me recuerda a Maquiavelo cuando aseveró que "El fin justifica los medios". Esto es abrir la puerta al monstruo y alimentarlo. La respuesta es más simple y la encuentro en las palabras de León Tolstoi: “¿Qué es el bien? No es más que amor”.
 
Los acompañan Dos Alegorías de la parte más oscura y más monstruosa del ser humano. No fue difícil seleccionar dos sucesos históricos muy sensibles en Latinoamérica La primera representa al genocidio ocurrido en las minas de América durante la época del Colonialismo bajo el dominio español. Como ejemplo escogí la mina de plata de Potosí en Perú, descubierta en 1545. Es considerada la más grande de la historia al extremo que su explotación financió durante tres siglos la opulencia del Imperio Español. La segunda alegoría simboliza lo ocurrido durante la época del Neocolonialismo bajo el sometimiento estadounidense: Los experimentos médicos de enfermedades venéreas con seres humanos en Guatemala por parte de la Oficina Sanitaria Panamericana de Washington en 1946-1948 bajo el mando del doctor John Cutler.
 
I. El genocidio que financió a la Corona española
 
En 1493, poco después del descubrimiento de América por Cristóbal Colón, el Papa Alejandro VI donó a los reyes de Castilla y León todas las tierras que descubriesen al occidente, a condición de que al conquistarlas llevaran a predicadores para convertir a los indios idólatras. Definición de idólatra: Que adora ídolos o falsas deidades. Lección aprendida: fuimos donados.
 
En 1537 el Papa Pablo III definió que los indígenas son seres humanos. Los negros no corrieron la misma suerte. La Corona estableció que los indios no serían sometidos a esclavitud y la disfrazó con un régimen de “servidumbre” denominado Encomienda. Las tierras se vendían con los indios adentro. En las minas de Perú se usó una figura similar de trabajo obligatorio llamada la Mita. Sustituir indios con negros fue el más negro de los pecados de Fray Bartolomé de las Casas, según Monteforte Toledo.
 
Las minas de plata financiaron la riqueza de la monarquía española. La más grande de la historia fue descubierta en 1545 en el cerro de Potosí en el Alto Perú (actual Bolivia).
 
Hacían a los indios descender a las minas con una barreta y los obligaban a sacar la plata en sus espaldas. Trabajaban 20 horas diarias. Al salir del calor al frío muchos morían de bronconeumonía. Los hacían mezclar el mineral molido con mercurio machacándolo con sus piernas. Luego lo quemaba en hornos donde el mercurio se gasificaba para separarlo de la plata y después se condensaba. Parte se fugaba. Seis mil quinientas fogatas ardían por las noches en las laderas. En seis millas a la redonda de Potosí no crecían siembras ni pasto.
 
La intoxicación por mercurio inhalado o a través de la piel penetraba la médula y afectaba todos los órganos del cuerpo de los indios. La piel se ponía color cenizo y el enfermo se “descueraba” hasta la muerte. La sangre envenenada con mercurio se hacía pesada hasta provocar un paro cardíaco. Los obreros morían en cuatro años. Los indios que tenían hijos varones preferían matarlos para librarlos de las minas. Los españoles hacían cacerías humanas en cientos de millas a la redonda buscando mano de obra. Según Josiah Conder, la mina de Potosí cobró ocho millones de vidas (Ref: Eduardo Galeano).
 
Fray Bartolomé de las Casas decía que los indios preferían ir al infierno para no encontrarse con los cristianos. Como dijo el filósofo Enmanuel Mounier: “Sólo se pide a los cristianos que sean auténticos. Esto es, verdaderamente, la revolución”. En Guatemala católicos y evangélicos casi llegan al 90% de la población. Si fuéramos auténticos ya habrían acabado todos nuestros problemas. Usamos máscaras.
 
De acuerdo al antropólogo Darcy Ribeiro, cuando llegaron los españoles había una población de aproximadamente setenta millones de amerindios. Ciento cincuenta años más tarde apenas sobrevivían tres millones y medio. La mitad murió por las pestes que trajeron los conquistadores. El resto fue asesinado en las guerras de la conquista, represiones o en el trabajo forzado.
 
Los jueces que hoy pretenden juzgarnos por genocidio son también españoles. Nunca hicieron nada por sanar las heridas de su propia Guerra Civil y vienen a echar sal y limón a las nuestras. Mientras tanto, Europa financia la subversión y se une en una campaña de desprestigio contra Guatemala que ahuyenta el turismo y la inversión. Doble moral.
 
II. Atroces experimentos médicos con seres humanos en Guatemala
 
En el año 2010 la doctora Susan Reveby del Wellesley College, revisando los archivos del doctor John C. Cutler, descubrió que en Guatemala se realizaron atroces experimentos en seres humanos similares a los efectuados durante el régimen Nazi.
 
Esas prácticas médicas inhumanas que se perpetraron en nuestro país fueron conducidas por el médico John C. Cutler, subdirector de la Oficina Sanitaria Panamericana de Washington. Ocurrieron en los años 1946-1948 durante el gobierno de Juan José Arévalo a sugerencia del doctor Manuel Funes de la Dirección de Salud Pública, quien fue contraparte local del proyecto.
 
En octubre de 2011 fue publicado “Consentir el daño”, informe de la Comisión Presidencial dirigida por el doctor Rafael Espada para el esclarecimiento de los experimentos practicados con humanos por Estados Unidos en Guatemala. En el prólogo dice “… fueron seleccionadas, con el consentimiento de las autoridades de Salud guatemaltecas, 2,160 personas que no padecían enfermedades venéreas: 1,424 eran internos del Asilo de Alienados, 205 reos de la Penitenciaría Central, 524 soldados de la Guardia de Honor y la Base Militar, del Ejército de Guatemala, y siete prostitutas del Hospital de Profilaxia Sexual. Ellos fueron contagiados con sífilis, gonorrea y chancroide; además, se realizaron pruebas serológicas sobre sífilis en 515 niños del Hospicio Nacional y 151 escolares del Puerto San José. En el Asilo de Alienados (hospital neuro-siquiátrico) dos tercios de los inoculados resultó infectado, pero solo a un paciente se le dio el tratamiento”.
 
Hay indicios de que el número de víctimas puede haber llegado a cinco mil pero no se pudo determinar con exactitud. Los inútiles estudios no produjeron valores estadísticos significativos. La Comisión concluyó que no tienen ningún valor científico.
 
Los experimentos duraron casi tres años. La sífilis hereditaria provocó monstruosas deformaciones en las siguientes generaciones de los afectado además de incapacidad, trastornos mentales y en algunos casos sordera y ceguera. Todo esto se hizo sin el conocimiento ni el consentimiento de las víctimas. Al agotarse el presupuesto fueron abandonados a su suerte.
 
Los experimentos con seres humanos se realizaron en Guatemala al mismo tiempo que los Tribunales de Nüremberg juzgaban al régimen nazi por prácticas similares. Robert H. Jackson fue abogado fiscal y principal acusador por parte de los Estados Unidos durante el proceso. Irónicamente, se hizo cargo de toda la organización del juicio. Doble moral.
 
El 1º de octubre de 2010 el presidente Obama se disculpó con el pueblo guatemalteco por estos hechos. No dio ayuda alguna a las víctimas que en esa fecha sobrevivían. Tampoco a sus hijos y nietos afectados por sífilis hereditaria.
Un grupo de 700 familiares demandó por mil millones de dólares en compensación por los daños causados a la fundación Rockefeller y a la Corporación Johns Hopkins. Robert Mathias, abogado de esta última, declaró que la demanda no procede porque fue un estudio del Gobierno Federal, quien también fue demandado por los mismos hechos. En 2012 un Juez Federal rechazó la demanda argumentando que el Gobierno de los Estados Unidos no puede ser responsabilizado por acciones ocurridas fuera de su territorio. Conclusión: La impunidad comienza con los estadounidenses. (Continuará)