Argumentum
En honor a la verdad
Fecha de Publicación: 02/02/2016
Tema: Piel adentro
El día miércoles 27 de enero 2016, fue publicado en el diario elPeriódico de Guatemala, un artículo de opinión titulado “Asalto a una Embajada”, escrito por Yago Pico de Coaña Valicourt (http://elperiodico.com.gt/2016/01/27/opinion/el-asalto-a-una-embajada-parte-i/). Este personaje, fue un antiguo funcionario del gobierno español, que hoy ostenta el título de Embajador. Es evidente que su artículo no ha sido escrito desde una mirada imparcial. Está redactado bajo la lente de intereses personales y de ideologías políticas. Una vez más, se manipulan los hechos ocurridos en la Quema de la Embajada de España de 1980.
Yago Pico de Coaña señala como asaltantes de la Embajada a miembros del ejército. Hace esta acusación en el momento justo en que se lleva a juicio a algunos militares. Los miembros del ejército no estuvieron involucrados en el asalto de la Embajada. Esa acusación es totalmente falsa.
¿Por qué no acusó al CUC y al EGP que fueron los verdaderos asaltantes y asesinaron a las víctimas? ¿Dónde está la responsabilidad de su propio Embajador de España, Máximo Cajal? ¿Dónde está la violencia y salvajismo de los campesinos y miembros de la guerrilla, quienes fueron los verdaderos artífices de la tragedia? ¿Acaso esta omisión significa que colabora con la izquierda?
Como hija de una de las víctimas, me indignó leer el contenido de su relato. Es evidente que su agenda es intervenir con los asuntos internos de Guatemala. En su artículo enuncia:
“Para que la verdad sobre las atrocidades cometidas se abra camino y no se repitan jamás”,
Esta proposición es la primera de las falacias de autoridad que contiene este artículo. Con el dedo acusador de un ser supremo, intenta señalar al ejército de Guatemala como un grupo de seres salvajes, violentos, fuera de la ley, que tuvieron responsabilidad sobre la Quema de la Embajada de España. No hay idea más equivocada o mala intención que afirmar esta proposición. ¿Acaso los españoles no tienen ejército? Debería saber cuál es el papel de un ejército en un país soberano, puesto que España nos dio el ejemplo.
Con el afán de que se haga realmente honor a la verdad, dirijo esta carta a Yago Pico de Coaña:
Conociste bien a nuestro padre y debes saber que no queremos recordarlo únicamente por su trágica muerte, sino por su extraordinaria vida. Sabes que trabajó siempre lleno de profundo patriotismo, porque estuviste junto a él cuando fue presidente del Instituto de Cultura Hispánica y tú formabas parte de su Junta Directiva.
Mi padre tuvo una vida ejemplar, como tú sabes. Fue por ello que vuestro Embajador Máximo Cajal y López, lo buscó incansablemente.
No entraré a discusiones contigo, porque sabes perfectamente nuestra postura. Pero voy a hacerte memoria:
Cuando llegaste a mi casa a presentar tus condolencias de manera oficial, en compañía de Pedro Bermejo, el mismo 31 de enero de 1980, mi madre denunció a Cajal ante ti y ante todos. Dijo que el Embajador Cajal había puesto una trampa a mi padre en la Embajada de España. Con la excusa de un Congreso de Derecho Procesal Internacional, lo había buscado insistentemente para asegurarse de tenerlo cautivo esa terrible mañana en que el CUC y el EGP tomaron la Embajada. Por ello, fue tomado como uno de los rehenes y sacrificado; porque Cajal sabía que su nombre resonaría internacionalmente.
Al responderle tú con evasivas, mi madre te pidió que abandonaras nuestra casa, porque no podía reconocer en ti, al amigo de mi padre. Tan sólo apareciste como un despiadado e inescrupuloso funcionario, que defendía los intereses del Embajador Cajal.
Pero lo que nunca hubiéramos podido esperar de un diplomático con formación profesional como tú, fue lo que aconteció después. Cuando finalizaba la misa previa al sepelio de mi padre te acercaste a mi hermano y le dijiste: “Es mejor que no sigas removiendo más este asunto, porque bastante sangre ha corrido ya, para que sucedan más tragedias en tu familia.”
¿Cómo entender aquellas palabras? ¿Qué querías insinuarnos? ¿Acaso no era poco velada amenaza? ¿De quién era la sangre que la nueva tragedia llevaría a nuestra familia de no permanecer callados, sumisos ante la pérdida de mi padre? ¿Acaso esperabas que nos llenáramos de temor y dejáramos de señalar la culpa de Cajal? ¿Crees que los guatemaltecos somos cobardes o mentirosos?
Hoy 36 años después, me surgen varias preguntas. ¿Eras acaso parte de aquella conspiración guerrillera? ¿Cuál fue tu verdadero papel en aquel crimen terrible que repercutió en todo el mundo? ¿Acaso fuiste cómplice del acto terrorista que fraguó Cajal? No entiendo tu actitud en mi casa aquella noche del 31 de enero. No puedo olvidar tu afrenta y tus amenazas en la iglesia. Se dice que el perdón es un acto consciente de las personas, mientras que el olvido es inconsciente, que no podemos olvidar a voluntad. No olvido, no puedo olvidar, así puedo pedirte que dejes de mentir.
Con la moral corregimos los errores de nuestros instintos, y con el amor los errores de nuestra moral. José Ortega y Gasset
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