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Invitado de honor

Propósitos perversos
Fecha de Publicación: 26/05/2013
Tema: Política

 Autor: Carlos Molina Mencos

 

El tema toral es desacreditar en lo que sea posible al Ejército Nacional. El combate a los terroristas, que es lo que en realidad eran los autodenominados guerrilleros, se inició en forma racional en 1967.

 

Si vemos la realidad, en el curso de los 36 años de guerra siempre se enfrentaron dos bandos. Uno constituido por individuos que comandaban a sus soldados desde cómodas residencias en el extranjero, haciendo y atendiendo seminarios y conferencias en hoteles de lujo y con el financiamiento de países nórdicos, Holanda, Unión Soviética y Cuba.

 

 Combatían con el rostro cubierto por pasamontañas, con nombres falsos, y usando como estrategia el asesinato, la extorsión, el secuestro y la destrucción de infraestructura, acciones que disfrazaban denominándolas ejecuciones, cobro de impuesto de guerra, detención… Todo con el fin de romper el orden constitucional y legal del país para imponer un estado marxista.

 

El otro bando estaba constituido por individuos que combatían sin delegar obligaciones, que arriesgaban sus vidas combatiendo con el rostro al aire, su rango en el cuello o en los hombros, su nombre real, usando tácticas que le permitieran proteger a la población civil y tratar con ello de eliminar el apoyo que pudieran dar por temor, intimidación o simpatía al bando guerrillero. Este bando combatía para preservar la libertad, el orden constitucional y jurídico y mantener el estado republicano y democrático.

 

Desafortunadamente este segundo bando fue obligado a aceptar la aberración jurídica de los llamados acuerdos de paz. Los califico de aberración porque todo acuerdo para que tenga validez requiere que las partes que lo suscriban tengan personalidad jurídica y que el acuerdo al que se llegue esté dentro de las normas legales vigentes.

 

Los acuerdos de paz fueron suscritos por un gobierno legítimo, con personalidad jurídica pero sin la facultad de comprometerse a modificar normas constitucionales y la otra parte estaba constituida por un grupúsculo de guerrilleros, sin personalidad jurídica, sin reconocimiento estatal nacional o internacional con la única carta de identidad que provenía del uso de la violencia y de las armas, olvidando que la fuerza y la violencia jamás deben de ser fuente de derecho.

 

Los acuerdos obligaban a modificar la Constitución Política de la República, lo que implicaba que eran contrarios a ella. En esas reformas se diseñaba un estado socialista y se eliminaba el concepto de República. A pesar de ello se convocó a una consulta popular en la que el Pueblo de Guatemala dijo NO.

 

Haciendo un paréntesis, las reformas provenientes de los acuerdos de paz y que se incluyeron en la consulta popular de 1988 y fueron rechazadas fueron propuestas de nuevo,  por el actual gobierno dentro de su propuesta de reforma constitucional de 2012, Afortunadamente se dieron cuenta de que iban a perder la batalla legal y desistieron de su empeño, pero nos obliga a seguir vigilantes para los nuevos intentos.

 

La guerrilla perdió la guerra militar, pero con gran habilidad logró que las autoridades civiles redujeran y le quitaran poder a su mayor enemigo, el Ejército de Guatemala.

 

Después de debilitarlo se inició la campaña de desprestigio en la cual nos plantean que el ejército es genocida, que masacró poblaciones que intimidó a la población, y están logrando que esa sarta de mentiras al repetirlas constantemente se vuelvan verdades.

 

Son historias ciertas, como la de Carlos Sabino las que deben publicarse. La historia debe reflejar la verdad real, no la verdad distorsionada de un bando.