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Invitado de honor

Construir o llorar
Fecha de Publicación: 26/08/2013
Tema: Historia

Invitado: Alberto Garín

 

Al regresar de un viaje oficial a Rusia, casi todos los países europeos, siguiendo instrucciones de Estados Unidos, negaron permiso a Evo Morales para aterrizar en sus aeropuertos. Fue a principios de julio, el avión del presidente de Bolivia necesitaba abastecerse de combustible para atravesar el Atlántico. Sus justas reclamaciones por aquel atropello internacional crearon crisis en las relaciones de Europa y varios países de Latinoamérica.

 

Poco después, la Internet fue inundada por un mensaje que exponía un supuesto discurso del presidente boliviano ante Jefes de Estado de los países productores de petróleo en Moscú. En él terminaba cobrando a Europa todo el oro y plata extraídos durante la colonia, más los intereses correspondientes. Utilizando estimaciones en base a interés compuesto, el gran número de años utilizado en los cálculos, producía una cifra varias veces mayor que la producción total mundial durante el último siglo.

 

En realidad el discurso ni lo hizo ni lo pronunció el presidente boliviano. Su autor es el venezolano Luis Britto García, quien con motivo del Día de la resistencia indígena, escribió el texto Guaicaipuro Cuatemoc cobra la deuda a Europa. Fue publicado por primera vez, en el diario El Nacional de Caracas, el 18 de octubre de 1990.

 

Alberto Garín, de origen español, Doctor en Arquitectura por la Universidad Europea de Madrid, DEA en Historia por la École de Hautes Études en Sciencies Sociales de París, licenciado en Historia del Arte y Arqueología por la Universidad de París I, Panthéon-La Sorbonne, autor de cuatro libros y numerosos artículos sobre patrimonio histórico y actual director del programa Exploraciones sobre la Historia de la UFM, responde a las observaciones de Britto García / Evo Morales de la siguiente manera:

 

“Frente a la visión de pesadilla de los españoles robando hasta el último pedazo de metal precioso que había en América en el siglo XVI como causa principal de la pobreza actual en América, interesa recordar que la producción más importante fue la de plata y la mayor parte de la producción de plata fue obtenida de las minas del Potosí boliviano, más una cantidad destacada de las del Potosí mexicano. Aproximadamente, sólo una quinta parte de la plata producida es la que se envió a España, pues el resto se consumía en América para:

Pagar a los extractores.

Comerciar en el entorno de las minas.

Pagar el transporte de la plata desde Bolivia o México hasta las flotas de Veracruz.

Pagar las tasas fiscales, propias del rey pero que servían a los funcionarios americanos, de los diferentes territorios que cruzaba ese transporte.

Más la plata que se iba en contrabando (en Guatemala, es plata del Perú con la que se hace la mayoría de la escultura en plata colonial, y esa era ilegal importarla), o en mordidas.

 

Esto quiere decir que con una quinta parte del botín, los europeos, cinco siglos después, viven muy bien. Mientras que los indoamericanos (término utilizado en el discurso de Britto/Morales), con las otras cuatro quintas partes, viven muy mal.

 

No entraré en el hecho de que la plata americana, a través de España llegaba a los banqueros de Génova (Italia) y Lyon (Francia), y que la Revolución Industrial la hizo Inglaterra (donde no llegó la plata) y el país industrializado más rico actualmente en Europa es Alemania, con los Escandinavos (donde tampoco llegó la plata).

 

Mientras la gente siga pensando que todos los males había que resolverlos 500 años atrás y ahora sólo hay que pararse a llorar, porque nada es posible, evidentemente, los males no se resolverán.

 

Además, mejor que seguir tergiversando la historia, sería bueno estudiarla: en el siglo XVIII, en la Antigua Guatemala las casas de la clase media alta tenían agua corriente caliente en los baños y las cocinas. En Inglaterra o en España, no.

 

Ahora, en el siglo XXI, las casas de las clases medias-bajas de Inglaterra y España sí tienen agua caliente corriente. En Hispanoamérica no. El bienestar se distribuyó en Europa empezando más atrás que en América. Pero no se distribuyó por igual en América. ¿Quién lo hizo tan mal desde el siglo XVIII para acá, en América, o quién lo hizo tan bien, en Europa, para dar ese cambio?

 

Como soy español, diréis que justifico a mis antepasados (que sería el argumento menos racional en un debate que pretende ser racional). En fin, como dice Goethe, “los estridentes ladridos de los perros es señal de que cabalgamos”. Al menos yo, que ya dejé de culpar de todos mis males al abuelo del tatarabuelo del tatarabuelo del tatarabuelo de mi tatarabuelo... o del vuestro (que esa sería la filiación con Pedro de Alvarado).

 

Por cierto, para saber más sobre el oro y la plata extraídos de América y su distribución por Europa se pueden consultar los trabajos clásicos de Ramón Carande, Carlos V y sus banqueros, 1967; Pierre Vilar, Oro y moneda en la historia, 1974; Pierre Chaunu, Seville et l’Atlantique; y el más reciente de Antonio-Miguel Bernal, Proyecto inacabado: los costes/beneficios del Imperio, 2005, páginas que me han permitido escribir las líneas que anteceden.