Argumentum
La Guerra de los Mundos
Fecha de Publicación: 17/06/2020
Tema: Coronavirus
El 30 de octubre de 1938 una radio estadounidense sacó al aire y en vivo una serie dramática basada en la novela La guerra de los mundos del escritor Herbert George Wells, escrita en 1898. El programa fue dirigido y narrado por el actor Orson Welles. Este episodio fue famoso porque demostró el poder de los medios de comunicación sobre las masas. Orson Welles realizó una introducción advirtiendo que todo el programa trataba de una novela de ficción. Muchos de la audiencia no escucharon la introducción y creyeron real todo lo que estaban oyendo en forma de reportaje. Al final del programa, la población de Nueva York y Chicago entró en histeria colectiva por la invasión extraterrestre y la lluvia de meteoritos que amenazaba a la Tierra. La exageración del relato contribuyó a confundir a la audiencia, lo que demuestra la vulnerabilidad de las personas cuando les estimulan la imaginación y el miedo. El miedo es una sensación de angustia que puede ser real o imaginaria.
La novela original de Wells fue el principio de la ciencia ficción, un género literario que se basa en situaciones ficticias, pero más o menos posibles, con el fin de plantear problemas de importancia para el autor. La verdadera intensión del autor de la novela La guerra de los Mundos era criticar la condición humana ante la adversidad con la invasión marciana a la Tierra, demuestra como la cobardía y la superstición gobiernan a la sociedad durante los momentos críticos. Por otro lado, denuncia la actitud de los políticos (los marcianos) por controlar la vida de sus ciudadanos, invadiendo la privacidad e imponiendo una cultura de terror. El director Steven Spielberg se basó en esta novela para producir una película del mismo nombre en el 2005.
Todos hemos sido víctimas de un evento de invasión e histeria colectiva como esta, de proporción universal. No ha sido un ataque extraterrestre sino bacteriológico, pero más que nada ha sido una guerra psicológica, que ha sumido a la población mundial en un miedo irracional. Nos han asustado con el riesgo de perder nuestra salud y la vida y hemos dado a cambio el derecho de usar nuestra libertad de criterio.
La gran alarma y la controvertida información que hemos recibido del Coronavirus ha paralizado al mundo. No es cualquier otro virus, es uno nuevo y los médicos, los políticos, los medios y la población en general, somos ignorantes sobre la realidad, por eso ha sido fácil manipular nuestra mente. Ese miedo a lo desconocido y a la muerte que hoy controla a la humanidad, es un mecanismo de defensa completamente natural, pero puede llegar a ser estimulado de forma irracional. Es mejor enfrentarse a una pandemia con responsabilidad, precaución y apegados a la realidad, que crear monstruos extraterrestres y obligar a la ciudadanía a seguir medidas imposibles y arbitrarias.
Las personas adultas por más vulnerables que sean pueden proteger su vida. Lo hacen todos los días. Los que fallan son los servicios públicos, como en nuestro país, con tanta pobreza se carece de un sistema de salud eficiente y funcional porque es monopolizado por el Estado. Solamente quienes tienen la posibilidad de acudir a un centro de salud privado pueden tener un servicio rápido, confiable y eficiente.
Encerrados por decreto y a la fuerza, sin poder generar ingresos, fuimos sometidos a medidas que no evitan el peligro del contagio. La realidad es que no tenemos resueltos los problemas de fondo. La única certeza que tenemos hoy día es que tarde o temprano todos seremos contagiados con COVID 19 y si dejamos de trabajar, los niveles de pobreza aumentarán.
Quisiera compartir la experiencia de mi familia al ser contagiados de Coronavirus, para ofrecer un punto de vista diferente. Como todas las familias en el mundo, llevamos más de tres meses en cuarentena, encerrados, asustados, con los niños sin ir al colegio, los negocios paralizados y debilitando nuestra situación económica. Mi familia es afortunada porque somos de los pocos que podemos pasar este tiempo bien defendidos con nuestros ahorros. Pero tenemos varios adultos mayores, quienes padecen de diabetes, hipertensión, asma, enfermedades autoinmunes, antecedentes cardiacos y enfermedades neurológicas.
Cuando empezó la pandemia, todos en nuestra familia fuimos a vacunarnos contra la influenza y la neumonía. Luego el médico nos recetó vitaminas C, D y Zinc que tomamos con disciplina. Nos quedamos encerrados los primeros días, pero luego tuvimos que salir del confinamiento para trabajar y suplir necesidades. Preparamos una casa con el equipo médico necesario y todo el equipo es casero, comprado en el país: un concentrador de oxígeno, oxímetro, termómetro, nebulizador, guantes quirúrgicos, alcohol, aparato de masaje respiratorio, esfigmomanómetro de aire y electrónico, glucómetro y medicinas recomendadas por el médico.
Seguimos haciendo las salidas necesarias y reuniendo a la familia lo más normal posible, sin infringir la ley. Nuestra experiencia ha demostrado que ha valido la pena tener un criterio personal sobre el aislamiento. El virus ha sido distinto a lo esperado y a lo que nos informaron los medios.
¿Cómo ocurrió el contagio? Esta es la primera pregunta que todos nos hicimos y les aseguro que puede poner a la familia en crisis. Es importante que no se tomen actitudes negativas ante el problema. No hay que entrar en pánico, paranoia, negación, culpar a otro o a sí mismo. Nada sirve, no solo no ayuda, sino es contraproducente.
Nadie puede evitarlo y nadie sabe cómo pudo haberse infectado. Probablemente alguien nos contagió sin querer, no por irresponsable sino por no saber que está infectado. Quienes nos dan un servicio necesario, pueden estar infectados, así pudo ser a través del contacto con el amable e inocente mensajero que trajo medicinas, comida, agua potable o con el servicio de recolección de basura. Si algún familiar fue al banco, a trabajar, a comprar útiles escolares o ir al supermercado, es irremediable y es normal que se contagiara, somos humanos. Las medidas de aislamiento no son reales y en mi familia lo hemos confirmado. Fue imposible evitar las entradas y salidas. Impensable fue abandonar a nuestros familiares más queridos y vulnerables. A pesar de que los abuelos podían contagiarse, prefirieron enfrentar la muerte ante ser aislados por completo. Solamente los niños han permanecido sin salir, porque están bajo la custodia de sus padres.
¿Cómo nos dimos cuenta del contagio? Todos estábamos al tanto de los síntomas, pero alguien de pronto resultó con un poco de fiebre y dolor de estómago. Inmediatamente se le llevó a un hospital y le hicieron pruebas de laboratorio. Por recomendación del médico que lo atendió, también se le hizo prueba de Coronavirus. Sin embargo, se le hicieron otras pruebas y los resultados indicaron infección intestinal por una bacteria, de allí los síntomas que presentó. Como el infectado resultó positivo a Covid-19, inmediatamente todos los que estuvimos en contacto con él también nos realizamos la prueba, excepto los niños, a pesar de no presentar síntomas.
¿Cómo se realizó la prueba? El médico nos dio una orden especial para que pudiéramos ir a un laboratorio autorizado a realizar las pruebas. Allí nos realizaron un procedimiento que se llama hisopado de fosas nasales y garganta. El procedimiento es incómodo, pero bajo supervisión médica es más confiable. Como es invasivo para el organismo, no es recomendado hacerlo a niños a menos que presenten dos o más síntomas. Existen pruebas de hematología que también indican cierta variación química en la sangre y estas se realizan al paciente con síntomas o positivo del hisopado.
¿Cómo hemos resuelto el Coronavirus en familia? De veinte adultos en la familia solamente cuatro resultaron positivos a Coronavirus. Tres hombres y una mujer, todos adultos. Tres de los contagiados son mayores de cincuenta años y tienen condiciones especiales como hipertensión, diabetes y antecedentes de problemas cardiacos. Todos resultaron ASINTOMÁTICOS. Es decir, no han experimentado fiebres altas, tos, dolores musculares, ronquera, catarro, nada de nada. Todos han sido recluidos en casa y no han sido hospitalizados.
Las parejas de los infectados resultamos negativos en la prueba, lo que nos extrañó muchísimo. Posiblemente los asintomáticos NO transmiten el virus, aún no hay certeza, pero parece ser lo más posible. Tuvimos que aislar a los contagiados de todas formas. Todos estamos en una reclusión estricta ya que podemos resultar positivos y contagiar a alguien más durante quince días. Estamos en el día décimo, y aparte del aburrimiento no hay síntomas. Las pruebas se volvieron a hacer seis días después de la primera y siguen siendo negativas.
Tres de los contagiados se aislaron en una casa juntos, la cual, como dije antes, fue equipada para atender enfermos de Coronavirus. El equipo médico solo ha servido para tomarles los signos vitales porque todos, sin excepción continúan asintomáticos. Una medida útil ha sido distraerse haciendo diferentes actividades como escribir diario, leer, deportes suaves como el Tai-chi, yoga y estiramiento de articulaciones. Para mantener la comunicación, lo hemos hecho a través de un cuarto de transición, o puede ser por una ventana, por donde se les ve diariamente y podemos platicar, se les entrega comida preparada en casa, suministros y ropa limpia, siempre usando mascarillas, guantes, platos y cubiertos desechables, sin tener contacto directo con los enfermos.
¿Cómo cuidarse? El médico insistió en que los enfermos deben tener una dieta sana, mucha hidratación, medicinas que son específicas para cada condición especial y no permanecer acostado en la cama. Pueden hacer ejercicios moderados para evitar trombosis y depresión. Es aconsejable si es posible salir a tomar sol y caminar en un jardín o terraza apartada para animarse. Para los que están sanos, nos recomendaron medicinas preventivas como Ivermectina por tres días, Ibuprofeno, vitaminas C, D, Zinc y Selenio, diariamente por quince días y mantenernos bien hidratados y aislados por quince días.
¿Por qué les afecta el Coronavirus a unos más que a otros? Entre los estudios realizados en Estados Unidos, por universidades de renombre como la de Washington, Illinois, Pennsylvania y Massachusetts nos indican que las personas de más de 65 años que gozan de buena salud es muy difícil que se enfermen severamente con Covid-19. El estudio de anticuerpos realizado en España ha dado como resultado que el 92% de los contagiados mayores de 60 años han sido asintomáticos o han padecido síntomas leves. Solamente el 6% necesitó hospitalización. Y tres cuartas partes de personas de arriba de 90 años fueron asintomáticas o tuvieron síntomas leves, entre este grupo únicamente el 10% ha muerto. Los pacientes con otras condiciones médicas como los que padecen de algún tipo de cáncer parecen hiper reaccionar al virus y han presentado síntomas severos y hasta la muerte.
En conclusión, creo sinceramente que el cielo NO se está cayendo. Parece ser que hay muy pocas personas en verdadero riesgo las cuales sí deben tomar medidas estrictas y protegerse. Pero el resto, que somos la mayoría de las personas, que gozamos de buena salud en general, vamos a guardar una cuarentena de diez meses y luego saldremos a la vida diaria donde nos contagiaremos y nos volveremos inmunes. La humanidad no se extinguirá y este capítulo lo contará la historia. Me pregunto si ha valido la pena arriesgar la economía y si estar encerrados era la mejor forma de enfrentar la pandemia más popular de las redes sociales.
La guerra de los mundos ha ocurrido entre el mundo socializado y totalitario que ha querido tomar control del mundo libre. Sin embargo, el extraterrestre que quiere mantener el control morirá por el propio virus endémico de la Tierra. Creo que la guerra psicológica es la amenaza más grande que enfrentamos y el totalitarismo es una pandemia que debemos combatir, antes que nada. Que la fuerza nos acompañe siempre.