Brújula
NO: ¿Enojo global?
Fecha de Publicación: 09/10/2016
Tema: SoberanÃa
Ante el inesperado y muy honroso triunfo del NO en Colombia, con el ánimo inyectado de nuevas esperanzas aún revoloteando en los sentidos, desperté al día siguiente. Ávida de noticias, busco en los periódicos y enciendo la televisión donde, para sorpresa mía, en vez de los esperados aplausos hacia la hermosa gesta colombiana, me estrello con la inconcebible reacción de un orquestado y generalizado enojo global que rebasa los límites de la comprensión. Digo pues, si el destino de Colombia ya estaba predeterminado y consensuado en el extranjero por la comunidad internacional ¿Por qué haber convocado a la votación?
Y no es que estuviera ajena a la riesgosa “apuesta” que Colombia se jugaba en el plebiscito del 2 de octubre anterior. Había visto varios videos de formidables entrevistas al expresidente Andrés Pastrana como del expresidente Álvaro Uribe. También había escuchado la voz imperturbable con los claros e irrefutables razonamientos de la congresista María Fernanda Cabal en distintas vídeo grabaciones. Todos con el contenido suficiente para comprender la gravedad del momento que vivía Colombia y del reto enorme que, con gran desventaja, tenían por delante. https://www.youtube.com/watch?v=agUcGD392nM
Tres Ciudadanos Notables, tres de las voces más granadas de la comunidad, haciendo llamados de alerta en desesperados intentos por explicar a la población colombiana las sombrías implicaciones de votar por el SÍ. Un SÍ que, bajo disfraz de Paz, fuera “concertado” en suelo cubano por el presidente Santos y las FARC, bajo la "supervisión" de los Castro, con la bendición del Papa Francisco, del presidente Obama, el beneplácito del Secretario General Ban Ki Moon y de toda la burocracia internacional en donde la izquierda lleva la voz cantante. https://www.youtube.com/watch?v=agUcGD392nM
En el plebiscito, el pueblo colombiano tendría que confirmar o rechazar las ¡297 páginas de propuestas y compromisos contenidas en esos Acuerdos de Paz!, reducidas a un simple SÍ o NO. Pero debía estar consciente que al votar SÍ, tácitamente aceptaba el reemplazo de su ordenamiento constitucional. Sus tradicionales instituciones serian modificadas y sustituidas por otras creadas a mitad, y en franco contubernio, entre Santos y las FARC; 50% por las FARC y 50% por funcionarios del gobierno de Santos. De aquí en adelante, ese nuevo ordenamiento regiría los destinos de su patria, con el agravante que, en caso de arrepentirse, no lo podrían revertir en muchos años.
Tan solo pensar que el destino de Colombia estaba siendo decidido en La Habana… eriza la honra de cualquier país libre y deja entrever la profunda herida que este adefesio legal debió abrir en la dignidad de un pueblo soberano con una envidiable cultura institucional. De un pueblo con una magnifica trayectoria republicana que descansa en un Estado de Derecho El cual de haber ganado el SÍ habría estado siendo, sometido, doblegado y sustituido por el mismo verdugo que por 52 años mantuvo en zozobra a su población y secuestrada a la Paz. ¡Menudo revés, pues…!
A la interlocutora Christiane Amanpour, en CNN solo le faltó acariciar la cabeza cabizbaja de su entrevistado Timoleón Jiménez para consolar su decepción ante la derrota del SÍ. Amanpour, no escatimó en lanzar ataques virulentos, totalmente fuera de lugar, contra los votantes del NO, según ella, la oligarquía, las élites y las zonas urbanas que al parecer suyo, fueron las menos castigadas comparados a los estragos y el sufrimiento que la guerra causara en zonas rurales. Y ahora le indigna que, aún así, estos ingratos tengan la osadía de haber votado en contra de la paz.
¿Olvida o ignora la periodista y muchos otros “tan compasivos” como ella, que su entrevistado, además de desalmado criminal guerrillero alias Timochenko, es también el líder del cartel de drogas más poderoso del hemisferio? ¿Olvida Amanpour que el padre del presidente Uribe fue asesinado por la guerrilla? ¿Ignora que la guerrilla asesinó a los padres de la esposa del presidente Pastrana?
Jorge Ramos, periodista de Univisión, no se queda atrás cuando en forma agresiva e irrespetuosa, reclama a Andrés Pastrana: “¿Andrés, por qué no quiere usted la paz?” Responde el expresidente con flema y paciencia: “Si quiero la paz, lo que no quiero es un mal acuerdo que no nos traiga la paz” Durante todo el resto de la entrevista, Ramos exuda desprecio hacia Pastrana.
Iván Márquez, cuyo nombre verdadero es Luciano Marín Arango, es el líder del equipo negociador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC y observa: Si dejamos la paz en manos de Uribe al país se lo lleva el diablo. Agrega: en este momento Colombia atraviesa por una zona gris riesgosa, un limbo peligroso.
Parece increíble que Márquez aún pretenda poner condiciones cuando los textos de La Habana ya han sido rechazados por el NO. Pero ¡Ni modo! él ya contaba con una forma automática de formar gobierno sin participar en elecciones que, de haber participado alguna vez, jamás habría podido ganar.
En circunstancias normales los 53,894 votos de diferencia con los que ganó en NO habrían representado un triunfo modesto. Sin embargo, dada a la absoluta asimetría de recursos invertidos por el gobierno en su afán de promocionar el SÍ y las múltiples ventajas de las que mañosamente se valió Santos para asegurarse que “sus” acuerdos ganarían, el inesperado éxito del NO, sí resulta apoteósico.
Un triunfo suficientemente grande como para haber celebrado con campanas, cohetes y fuegos artificiales ya que preservar la soberanía que Colombia estuvo a punto de perder, no es poca cosa. Ante todo y por lo que se pudo constatar cuando esa gran parte del mundo político, que se identifica con las ideas de izquierda y que conforma la comparsa izquierdista, en su totalidad, favorecía al SÍ. Ergo… el mundo estaba en contra de Colombia pero el país no se dejó amedrentar.
Y ahora, por si la avalancha descalificadora del NO fuera poco, llega la noticia de última hora del pasado viernes 7. El desfasado otorgamiento del Premio Nobel al presidente Juan Manuel Santos. Santos quién había apostado todo a una victoria arrolladora del SÍ, esperaba que el resultado le favoreciera 2 a 1. Hoy que en las urnas, plenos de dignidad, los colombianos le dijeron NO, la presea resulta siendo un premio de consolación, un apoyo y palanca de presión que esperan utilizar para tener más peso en las futuras negociaciones. Pero bajo la percepción del contexto actual el Nobel a Santos se traduce en ¡Insolente bofetada al rostro de los colombianos y una patada a la soberanía de Colombia!
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