Brújula
¿El fin justifica los medios?
Fecha de Publicación: 08/04/2016
Tema: PolÃtica
Poderoso caballero ¡Don Dinero! solía decir mi padre cuando alguien, por el simple hecho de tener fortuna, se valía del peso de su bolsillo para “justipreciar” su palabra o para “permitirse” ser imprudente, abusivo y prepotente.
Pero en esos dorados tiempos el brillo de la plata, el apellido o la celebridad de algún individuo, no deslumbraba, opacaba ni sustituía al intelecto; ni al trabajo honrado, a la educación, la cortesía ni al sentido común esperados de una persona medianamente culta y civilizada.
Hoy ya no es así, en este mundo farandulero de costumbres efímeras, el dinero y la fama de los “Rich and Famous” obnubila la objetividad crítica de masas aduladoras de íconos del “éxito” Los fans de personalidades mediáticas rinden una especie de culto a sus fans, así que tanto sus imágenes como sus trapitos personales se ventilan a la luz de los reflectores y todo cuanto concierne a sus vidas es ampliamente divulgado a través de redes sociales y múltiples vías de comunicación.
A tal extremo paga la admiración popular su deleite, que los ídolos mediáticos reciben mucho mayor reconocimiento social y económico que el genio de científicos, los aportes de filósofos, la valía de escritores, los servicios de profesionales, el legado de maestros o la cosecha de premios Nobel.
Trump, desde muchos años atrás, es un peso pesado en esa tarima mediática del alto Jet Set mundial. Nombre y figura suyas vienen siendo sinónimos del éxito económico y financiero en carteleras del escenario internacional de la fama porque además de sus billones también es un buen animador.
Que sus millones acá, que sus conquistas allá, que sus matrimonios, sus inversiones y propiedades en diversos países, que el patrocinio de concursos de belleza, que sus programas, “reality shows” que sus amistades políticas… en fin Trump es tan conocido como un producto casero.
Mas, desde el año pasado, ya no satisfecho con sus diversas actividades, compite por la presidencia de su país dentro del Partido Republicano. A pesar de que toda su vida ha compartido convicciones ideológicas con el Partido Demócrata y que en campañas anteriores ha sido generoso donador a proyectos políticos de Hillary Clinton.
¿Qué lo califica para aspirar a la presidencia de los Estados Unidos? ¿Dentro de una plataforma política muy distinta a la que hasta el año pasado siempre apoyara? ¿Es que su éxito empresarial garantiza su buen juicio político al frente del país más poderoso de planeta?
Pienso que no, que el éxito empresarial de Trump poco o nada garantizaría su habilidad para gobernar. Incluso me pregunto: de no ser tan adinerado y famoso, Donald, dado al discurso tan vació de contenido, tan falaz, tan ofensivo, agresivo y destructivo como el utilizado por él durante el año que lleva en campaña ¿Habría podido sostenerse hasta el día de hoy en la contienda? Digo pues…
Con un discurso que gira en torno a su persona; a su físico, a su pelo ¿A que su esposa es más linda que Heidi Cruz? ¿Con los estribillos de “I’ll make America great again” y “I’ll build the Wall and Mexico will pay” como programas de gobierno? ¿Y que ahora, además, ose decir que en caso de negarse México a pagar el tal muro, las remesas familiares de los migrantes les serían bloqueadas?
Claro que no, ningún donador en sus cabales le habría apostado ni habría invertido un quinto de esperanzas en un hombre burlón, maleducado e inmaduro que, por increíble que parezca, se vale de la falta de tino e insultos como estrategia de campaña a sabiendas que suscita una vena violenta en sus seguidores. ¿Cómo explicar que aún los tenga?
Este personaje me recuerda el cuento de “El traje Nuevo del Emperador” de Hans Christian Andersen; al rey que desfilara su desnudez ante un poblado que optó por aplaudir sus inexistentes galas reales antes de confesar lo que sus ojos veían: que el monarca iba en pelota. Todo por temor a “verse tontos” (http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/euro/andersen/trajenue.htm). Si el rey dice que va vestido es porque debe de ir vestido…
La premisa de que los aciertos empresariales de Trump asegurarían el buen manejo del gobierno y que él, cual encarnación del Rey Midas, tornaría en oro y riqueza todo cuanto tocara es totalmente falsa. Varias de sus empresas han quebrado y él las ha declarado en bancarrota más de una vez.
Pienso que personalidades mediáticas, como Trump, en alguna forma simbolizan la realización de los sueños de hadas tipificados en los finales felices de cuentos infantiles y de roles Hollywoodenses que las frustraciones internas de casi todos anhelan vivir algún día.
Su campaña, inicialmente basada en el desprestigio de sus colegas republicanos, ha difamado, burlado y ridiculizado a magníficos candidatos Republicanos con respetables trayectorias de vida, de comprobada y reconocida honorabilidad que, con excelentes resultados, han estado al servicio público de su país.
Quienes hemos visto los debates hemos sido testigos de cómo Trump sin recato alguno, difama y humilla a sus contrincantes, pero esa táctica además de ser sucia, baja y nada civilizada, habla muy mal de los medios de los que Trump se vale para lograr sus fines. Recuerda a Nerón en el Circo Romano.
Si los berrinches y las imprudencias de Donald Trump han tenido eco entre un amplio sector de votantes es porque las barrabasadas que verbaliza, en alguna forma le hace verse fuerte y con eso canaliza la frustración, la ira y el hartazgo que millones de estadounidenses sienten hacia el “establisment” político y hacia el gobierno de Obama.
Trump tiene un voto asegurado del 35% de simpatizantes. Y “Don berrinches” con la insolencia del dinero y poder que caracteriza a muchos de algunos ídolos mediáticos, llegó al extremo de decir que quienes lo apoyan le son tan fieles que votarían por él aunque personalmente baleara a una persona en plena Quinta Avenida de Nueva York. Portillezco ¿No?
El 65% del voto Republicano que rechaza a Trump aún está indeciso entre votar por Cruz, por Kasich (con casi nulas posibilidades de ser nominado) o simplemente por no salir a votar. O en el peor de los casos, para evitar la llegada de Hillary Clinton a la presidencia, aunque sea por Trump.
Trump es un personaje controvertido y por lo que se ha podido ver durante los últimos meses, lejos de unificar, ha dividido al partido Republicano en particular y a la población votante en general.
El problema de los “trumpistas” es que piensan con el hígado y, a la hora de votar, olvidan utilizar el cerebro. Ojalá que abran bien los ojos y empiecen a ver lo que para el 69% de la población es tan obvio…
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