El ensayo de Stanley Paine y Jesús Palacios Franco, a personal and political biography (The University Wisconsin Press, Madison, 2014) o su versión en español Franco. Una biografía personal y política (Espasa, Madrid, 2014) ha sido presentado como una versión definitiva y equilibrada de la vida del dictador español Francisco Franco.
En historia es difícil hablar de definitiva, pues siempre podemos encontrar una fuente más que ilumine sobre el pasado. Pero aún es más difícil hablar de equilibrada, sobre todo, al tratar sobre un personaje contemporáneo, con quien aún hay mucha gente que convivió y, por ello, pueden tener una opinión de primera mano (válida o no, tergiversada o no).
Sin embargo, sí que hay que reconocerle una virtud al trabajo de Paine y Palacios. Tratan de utilizar la mayor cantidad posible de fuentes, desmontando mitos, que pueden venir tanto de la extrema izquierda (claramente contraria a Franco), como de la extrema derecha (favorable al dictador).
El primer punto interesante a rescatar es la parte personal. Bien es cierto que los autores contaban con la ventaja de una publicación previa, Franco, mi padre (Esfera de los Libros, Madrid, 2008), donde recogían el testimonio directo de Carmen Franco, la hija del Caudillo. Pero, además, han buceado en otros muchos textos de gentes allegadas al dictador que fueron dando sus impresiones cercanas, hasta ofrecernos un retrato que parece fidedigno. Franco resulta así como un hombre tenaz que pudo suplir ciertas carencias (su baja estatura, su voz aflautada) a fuerza de ser riguroso y exigir ese rigor de sus subordinados. Amante de la literatura, aunque llegó a contar con un amplia biblioteca, más de 8000 ejemplares, sin embargo, consideraba que bastaba con leer dos o tres ensayos para dominar un tema, algo que tendrá un alto precio en cuestiones como la economía, donde tardó años en dejarse convencer sobre las virtudes del liberalismo. Hombre tradicional, nada mujeriego, practicaba un catolicismo de misa semanal, pero sin exageraciones (su esposa sí era mucho más “cachureca”).
Su trayectoria política resulta aún más interesante con las nuevas luces que han dado Payne y Palacios. El estratega militar de Marruecos se convierte en un funcionario militar relativamente gris hasta su toma del poder absoluto en la Guerra Civil española, que le lleva a codearse en los años posteriores con los otros jefes de Estado totalitarios, Hitler y Mussolini, hasta que la derrota de éstos, le obliga a Franco a mantener un perfil bajo durante una larga década, de la que sale bajo el auspicio de los Estados Unidos, hasta lograr una especie de milagro económico español, que termina por limpiar el historial de sus años de autarquía.
Palacios y Payne van comparando, acertadamente, esta trayectoria política con otros hechos contemporáneos. La guerra de Marruecos le dio mucho lustre a Franco, pero fue una guerra menor. El apoyo estadounidense a Franco fue el resultado de la Guerra Fría que no alguna cualidad excepcional del dictador. El milagro económico español fue como el milagro económico chino actual, pero avant la date, demostrando como la economía puede mejorar aún bajo un gobierno totalitario.
Y quizás aquí viene la debilidad principal del texto de Payne y Palacios: el régimen de Franco fue una dictadura, por buenas medidas económicas y sociales que tomara. Es cierto que en 1939, España se debatía entre una dictadura fascista y una comunista. Pero en 1945, habría sido posible establecer una democracia liberal en España igual que se hizo en Francia (tras cinco años de Petain), Alemania (tras doce años de Hitler) o Italia (tras veintitrés años de Mussolini).
A su vez, los autores comparan el nivel de corrupción de España durante la dictadura y en la democracia posterior, olvidando un dato clave. Más allá de los casos de corrupción vinculados a la evasión fiscal, hubo un segundo tipo, el de los privilegios con los que contaron los “vencedores” de la guerra sobre los “vencidos”, que se mantuvieron durante todo el régimen y que han pasado a formar parte de los discursos exacerbados que mantienen hoy la extrema izquierda española.
Finalmente, hay una referencia a la educación, considerando que los niveles de formación alcanzados en los años de la dictadura no tienen nada que envidiar a lo logrado en la democracia, pecando de una debilidad evidente: educarse con un gobierno totalitario es educarse sin libertad y estar, con ello, condenado al retraso. Con todo, por esa razón, un libro como el de Payne y Palacios resulta interesante, porque trata de romper aquellos mitos que coartan la libertad, en este caso, de debate.
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Alberto GarÃn |
Doctor en Arquitectura por la Universidad Europea de Madrid Licenciado en Historia del Arte y |
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