Santiago Puglia fue un comerciante y erudito de origen italiano que, tras vivir en España, se instaló en Filadelfia a finales del siglo XVIII hasta su muerte en 1831.
Durante los años que vivió en los Estados Unidos, se dedicó a escribir una variedad notable de obras, de forma algo diletante. Así, habló sobre medicina, teatro, la enseñanza de idiomas o derecho. Pero si algo destacó en su ensayística, fueron sus textos sobre política.
Recientemente, el historiador mexicano Antonio Saborit ha reeditado uno de estos textos: El desengaño del hombre, inicialmente publicado en 1794.
El libro, desde la introducción de Saborit hasta el escrito de Puglia, es una caja de sorpresas.
De partida, porque, tal como explica Saborit, nos adentramos en un mundo escasamente conocido: el de los primeros refugiados políticos en los jovencísimos Estados Unidos. Desde gente como Puglia, que huye del absolutismo español, a los franceses emigrados, primero los revolucionarios que tuvieron que huir de Napoleón, y, más tarde, los napoleónicos que tuvieron que huir de la restauración de los Borbones. Frente a la imagen sobria de los padres de la patria estadounidense en sus ciudades dinámicas e industriosas, el escenario narrado por Saborit es menos aséptico y más pasional.
Pero, además, la publicación de Puglia de El desengaño del hombre causó desazón entre las autoridades de la Nueva España, que tenían que evitar que una publicación antimonárquica pudiera cruzar las fronteras del imperio español. No sólo las fronteras del actual México, sino especialmente las de la Luisiana, ese vasto territorio que abarcaba desde la desembocadura del Mississippi en el sur hasta el estado de Montana en el norte, que el rey de España gobernó durante los últimos cuarenta años del siglo XVIII. Por lo general, más allá del llamado barrio francés de Nueva Orleans, que más que francés es español, poco sabemos de esa historia hispana en el territorio central de los actuales Estados Unidos.
El trabajo de Puglia, que viaja desde reflexiones muy cultas hasta chascarrillos que sólo la gente de su tiempo pudo conocer, es un texto muy atractivo para entender el ambiente antiabsolutista que se vivió a finales del XVIII, tras la independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa iniciada en 1789 con la toma de la Bastilla. No hay concesiones a los monarcas absolutos, cuyo poder es visto como algo aleatorio y ridículo, al tiempo que ineficaz y corrupto. Es posible que las ilusiones de Puglia por las repúblicas democráticas y liberales sean excesivas. Pero ya alguna crítica es capaz de deslizar contra ellas.
Sin embargo, para un siglo XXI en el que, de alguna forma, hemos ido “perdonando” a los monarcas del XVIII, la lectura de Puglia resulta muy aleccionadora. Les hemos perdonado, sobre todo, porque el turismo patrimonial que recorre Europa termina por enamorarse con la arquitectura grandiosa de esos reyes absolutos: desde el museo del Prado de Carlos III en Madrid, a las reformas versallescas de Luis XV en Francia, pasando por el palacio de María Teresa de Austria de Schönbrunn o el de Sanssouci de Federico II de Prusia. Pero Puglia nos recuerda que más allá de estas grandes fachadas, se encerraban unas sociedades fuertemente desiguales y arbitrarias, donde la condición estamental permeaba el conjunto.
Con todo, no es una lectura fácil, pues Puglia es un hombre algo recargado en su narración. También sorprende que sus referentes sean la Biblia o los autores clásicos, en especial Cicerón, sin que haga uso de textos contemporáneos norteamericanos, llegando, todo lo más, a hacer alguna cita de oídas de Benjamín Franklin.
Pero esto no desmerece el ensayo. Insistimos, la visión que nos deja tanto Saborit como, sobre todo, Puglia de cómo funcionaban los emergentes Estados Unidos y como se veía el mundo desde allí a finales del XVIII hacen que la lectura de El desengaño del hombre merezca la pena.
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Alberto GarÃn |
Doctor en Arquitectura por la Universidad Europea de Madrid Licenciado en Historia del Arte y |
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