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Papiroflexia

Un sueño de primavera
Fecha de Publicación: 24/09/2014
Tema: Historia

El pasado día 11 falleció Ramiro Ordóñez Jonama, abogado y genealogista, quien saltó al ensayo histórico en 2012 con la publicación de Un sueño de primavera, una recopilación de artículos sobre el periodo revolucionario de 1944-1954.

Tuve ocasión de conocer a Ramiro Ordóñez hace dos meses escasos, cuando planeábamos asistir a unas jornadas sobre la revolución del 44 en la Universidad de Salamanca, en España. En ese momento no había leído aún su libro, pero sí había hablado con algunos abogados veteranos que recordaban a Ramiro de sus tiempos mozos. Lo primero que me contaron era que su padre, Ramiro Ordóñez Paniagua, había ocupado puestos de resonancia en los gobiernos de Arévalo y Árbenz.

De modo que al enfrentarme a Un sueño de primavera, esperaba encontrar una loa (una más) a la primavera revolucionaria. No fue el caso. Con una cantidad de información ingente, incluyendo las memorias de su padre y de él mismo, Ramiro Ordóñez Jonama fue hilvanando una serie de artículos sobre los detalles más significados de la Revolución.

Es cierto que no es un libro de historia al uso. No fue concebido de esa manera. En realidad, fue, como acabo de señalar, una serie de artículos y de réplicas a otros artículos, que se publicaron en la revista Crónica, donde, en un tono cercano (a veces, pecando de jocoso), el licenciado Órdoñez desgranaba las vicisitudes de los protagonistas de aquel periodo. Los que estuvieron en primera fila (Ubico, Ponce Vaides, Toriello, Árbenz, Arana, Arévalo…) y docenas de otros muchos. Porque los textos de Ramiro se caracterizan por poner nombres y apellidos a todos los que, de una u otra forma, intervinieron en los sucesos revolucionarios.

Al ser convertidos en libro, Ramiro Ordóñez se preocupó por adjuntar un aparato crítico donde fundamenta, con solvencia, los hechos que narra (además de no pocas fotos de la época, posiblemente de su archivo personal). Obsesionado por el detalle, como buen genealogista, Ramiro no se dejaba llevar por ninguna interpretación aceptada. Trataba de reconstruir cada momento con absoluta minucia, y ese grado de precisión, lejos de incomodar, fortaleza la sensación de veracidad del texto.

Es posible que se le pueda achacar el uso inapropiado de algunos epítetos a la hora de definir a ciertos protagonistas de la primavera revolucionaria. Un texto histórico con demasiados adjetivos es siempre un riesgo. Pero si nos ceñimos a los hechos narrados, Ramiro Ordóñez nos legó un basamento notable para tratar de entender los acontecimientos de 1944-54, al menos, para aquellos lectores que no se quieran quedar con una versión idealizada de esos acontecimientos.

Dos semanas después de nuestro primer y único encuentro, Ramiro se excusó de no poder acompañarme a Salamanca. Problemas de salud, dijo. Cuando supe de su muerte, tuve la sensación de haberme quedado a las puertas de poder aprender mucho sobre Guatemala.

Al menos, nos dejó su libro.